9.5.08

Resucitar...

"Cuando tenemos al sol encima, o incluso dentro, entre pecho y espalda, no se aprecian las sombras. En ese instante irradiamos luz por cada poro y desde la mirada. Cuando la estrella incendiaria se va alejando, poco a poco van alargándose las figuras, la luz va lamiendo con lentitud los últimos restos del suelo, las últimas sombras se estiran hasta confundirse las fronteras del ocaso y la noche. Así, en esa distancia, así va hiriendo el recuerdo con esos largos puñales sombríos. Y aquél sol que fue capaz de convertir un alma en estrella y un cuerpo en mundo entero, aquél sol espacia sus latidos sumergido ahora en lo más profundo del abismo oceánico, apagado por la gélida presión del mar hasta apenas producir un estertor de burbujas con su lamento.

Ahora soy una vieja cabaña de madera abandonada. Un polvoriento rincón lleno de telarañas. Y sólo un allanamiento imprevisto pero anhelado puede devolverme la luz perdida. Sólo una ráfaga de besos puede abrir boquetes en la madera podrida y cuajar las tablas de agujeros blancos, por donde vuelva a inundarme la luz rayo a rayo, desde la pared tiroteada a mi cadáver yaciente. El estrépito me hará abrir un párpado, me hará dudar de la alucinación cuando todo el polvo en suspensión sea delatado por los tragaluces improvisados. Acostumbrado a la oscuridad, mis ojos permanecerán ciegos por un rato. Entonces sólo quedará por tirar abajo la puerta, para que Ella entre con su ametralladora de besos y su aire fresco. Y la cabaña será reducida a cenizas, y seremos los dueños del bosque, de las playas, seremos el sol bicéfalo que resurja del fondo del océano para iluminar el mundo."

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