21.1.09

Me descubro cada día.

Volcarse hacia los propios abismos interiores,

donde anida el Silencio.

Desprenderse en la Nada

como aquel que persigue su antorcha en el no-ver.

Y acabar viendo claro,

en la oscura raíz del Vacío,

los ojos, aún más claros, de la Noche.

Contemplar la ceguera propia

igual que se presiente el preámbulo de un encuentro:

La presencia del Ser en el no-ser.

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